Samuel Fuentes – «Vamos a ser sustituidos por las máquinas y totalmente sometidos a ellas»

Abogados, financieros o administrativos corren serio riesgo de ser desplazados por una inteligencia artificial. Y se nos vende que, gracias a la IA, los seres humanos podremos dejar de trabajar y dedicarnos al ocio. Pero, ¿cómo obtendremos entonces los recursos para cubrir nuestras necesidades básicas? El capital se encargó hace algunos siglos de arrebatarnos cualquier otra forma de subsistencia. En el actual sistema económico, si no hay trabajo, no hay remuneración. Y puesto que este sistema no se sostiene sin consumidores, ávidos consumidores cada vez más compulsivos, ¿quién va a consumir, si no tiene con qué pagar?

Toni Montiel – «El vértigo es parte de la vida»

Hace cuatro años decidí matricularme en el grado de Filosofía de la UCM y lo que más miedo me daba era la gente con la que me iba a encontrar. No solía tratar con gente tan joven, y no sabía cómo hacerlo. Además soy bastante tímida, así que aquello me daba verdadero pánico.

Pero resulta que me encontré con un grupo de chic@s maravillos@s, con unas inquietudes extraordinarias, con corazones limpios y mentes abiertas, y me acogieron con todo el cariño del mundo. Como compagino los estudios con el trabajo no puedo dedicarles tanto tiempo como ell@s. Además mi memoria no era la suya, ni mi capacidad de atención, concentración… en fin, les doblaba la edad, you know. Pero ell@s siempre me han apoyado y ayudado, con apuntes, grabaciones de clases, etc.

Y tras cuatro años de compartir clases con ellos, se me ocurrió algo: Pensé que estaría bien que el mundo l@s escuchara. Sin prejuicios hacia su juventud, sin la suficiencia de quienes ya olvidamos aquella etapa, sin condescendencia, de tú a tú. Porque os aseguro que tienen muchas cosas que decir, y muy interesantes.

Y porque se van a comer con patatas el futuro que les estamos dejando… Me apetecía darles la oportunidad de que hablaran. Así que decidí entrevistar a un@s cuant@s y publicar las charlas en un podcast. ¡Y aquí está el primer episodio, con Toni Montiel! Espero que os guste 😉

Un ornitólogo triste

El niño está en el jardín sentado sobre la hierba. No alcanza a sentarse sobre una de las sillas de mimbre. Escucha entusiasmado el canto de los pájaros, le parece que se contestan entre sí, como pequeños tenores que se retasen unos a otros. Cada trino es como una pequeña aria que trata de superar, tal vez completar, el aria del artista precedente. Se tumba completamente sobre la hierba. Aún absorto en los trinos, disfruta del rayo de luz que atraviesa las hojas bailarinas de los árboles, y su pequeño pecho siente una punzada que no sabe todavía nombrar. Es la punzada de inmortalidad que nos asestan los momentos de belleza.

Su padre entra al jardín y el niño se alegra mucho al verlo. El padre lo levanta del césped y lo sube a la silla de mimbre. Las piernas del niño quedan colgando, sus pequeños pies no llegan a tocar la hierba. El padre pregunta qué hacía solo en el jardín, y el niño contesta que escuchaba el canto de los pájaros.

-¡Oh, eso es estupendo! Te enseñaré a reconocerlos. ¿Escuchas ése? ¡Es un petirrojo! ¿Y ese otro? ¿Sabes cuál es? ¡Un ruiseñor! ¿Crees que podrías reconocerlo?

El niño escucha atento, y aprende a identificar a cada pájaro por su canto. A partir de ese momento, siempre que escuche un trino, su obsesión será identificar la especie que canta. Saldrá muchas tardes al jardín, para practicar su nueva habilidad. Con el tiempo se hará metódico en su tarea, llevando incluso una libreta con todo tipo de anotaciones. El niño de mayor será ornitólogo. Un gran ornitólogo. El niño ya nunca volverá a sentir en su pecho, al escuchar los pájaros, la punzada de la belleza.

El príncipe azul no existe: es el heteropatriarcado

La perfección amorosa del patriarcado consiste en haber creado en las mujeres la creencia de que la realización personal está en allegarse a un hombre plenipotenciario en la vida», «Millones de mujeres en el mundo se levantan todos los días dispuestas y decididas a ser mejores. Para merecer ser amadas». Son frases de la antropóloga Marcela Lagarde que expresan la esclavitud a la que el mito del «príncipe azul» somete a las mujeres dentro del patriarcado.

Hay gente que no baila descalza en la cocina fingiendo que baila con alguien

A veces he descubierto que un hombre estaba muerto al ir a besarlo en los labios. Te encuentras sin esperarlo con unos labios fríos, inertes, insensibles como el corcho.

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De las pocas cosas que hacen soportable el verano por aquí, es dejarte fascinar cada tarde por la inmensidad de la puesta de sol. A los que no dejamos de extasiarnos con cada ocaso, nos sorprende que haya quienes no comprenden tanto alboroto por un fenómeno repetitivo y cotidiano. Pero es que por la vida anda mucha gente muerta. Trabajan, comen en restaurantes, hablan de fútbol, conducen un automóvil… Pero en realidad están muertos.

Ellos se levantan cada la mañana con la alarma del móvil, acuden puntuales a trabajar, envían mensajes, hacen la compra,  ven la tele con actitud hipnótica. Y sin embargo están muertos.

Los corazones de estas personas muertas laten, pero no palpitan.  Y sus ojos pueden ver, pero no saben mirar. Están perfectamente capacitados para ver cualquier objeto, ven los edificios, las personas, el tráfico… Lo que no pueden es mirar. No miran los ojos de la gente, no miran las puestas del sol, no miran al firmamento, ni miran una fila de hormigas en el campo.

No debe de ser nada fácil darse cuenta de que uno está muerto. Lo imagino parecido a lo que le ocurría a Bruce Willis en el Sexto Sentido, que la mayoría de estos muertos no saben que lo son. Y por eso siguen con sus vidas. Otros tal vez sospechen que lo están, y por eso siempre están haciendo muchas cosas que los mantengan activos constantemente, para fingir que están vivos.

Muchas de estas personas incluso tienen sexo de manera habitual. A veces compulsivamente. Pero es más bien un acto mecánico, casi un acto reflejo. Como quien engulle sin poder parar comida basura delante del televisor. Y sin embargo nunca aman, no bailan descalzos en la cocina fingiendo que bailan con alguien, y ya hace tiempo que dejaron de escribir nombres en el vaho de los espejos, o apoyar su  frente sobre el vidrio de las ventanas para recordar a nadie.

Ya hace mucho tiempo que dejaron de morir por alguien y empezaron a vivir por nada.

Cuando me encuentro con alguien así, siempre me pregunto cuándo se habrá muerto. Cuándo dejó de palpitar su corazón y empezó simplemente a latir. Cuándo olvidó mirar a las estrellas y a las hormigas en el campo. Cuándo dejó de creer. Cuándo prefirió la seguridad a la aventura, y la posesión al disfrute. Cuándo fue que dejaron de arriesgarse, que bloquearon sus entradas, que rodearon su perímetro con alambre de espino. Cuándo fue que decidieron que nada valía la pena y que todo costaba dinero. Cuándo fue que creyeron que todo tiene un precio.

Lo que pasa es que vivir duele, por eso prefieren estar muertos. Ellos nunca corren riesgos, tienen un seguro de vida, un plan de pensiones y hasta un paraguas para no mojarse, no sea que las gotas de lluvia en el rostro los despierten de su muerte.

A veces he descubierto que un hombre estaba muerto al ir a besarlo en los labios. Te encuentras sin esperarlo con unos labios fríos, inertes, insensibles como el corcho, y te dices: ¡Joder, este tipo está muerto! No quisiera parecer inmodesta si digo que a alguno lo he resucitado.

Todos estamos heridos, decía Alejandra Pizarnik. Y es que sería ingenuo pretender transitar por la vida sin que a uno lo alcancen en un momento u otro. Seguro que es verdad, todos estamos heridos, pero a algunos los hirieron de muerte.

Contra el mercadeo sexual de mujeres y niñas

La explotación sexual de mujeres y niñas es el segundo negocio más rentable del mundo, después de las drogas y delante las armas. Hay en el mundo 40 millones de personas prostituidas, y 3 de cada 4 tienen entre 13 y 25 años de edad. Esto genera unos beneficios de unos 160.000 millones de €. Por supuesto, un negocio tan rentable no van a dejarlo pasar las grandes organizaciones criminales. Por eso desde los años 90 ha habido un vuelco en el negocio, antes regido por chulos, macarras y delincuentes de medio pelo, y ahora tomado por las grandes redes de trata de personas.

 

 

¿Por qué somos cada vez más pobres?

El planeta tierra no es de propiedad privada, nos pertenece a todos los seres que vivimos en él. Cuando nacemos, tenemos derecho a los recursos que este planeta ofrece para sobrevivir, igual que lo tienen otras especies. Sin embargo, cuando el ser humano nace, se encuentra con una estructura social artificial que limita su acceso a los recursos básicos para sobrevivir.

Eres feminista y no lo sabes

Si el feminismo de épocas pasadas te parece loable, pero el feminismo contemporáneo te repatea, la razón puede estar en que aquellos logros ya están normalizados, has nacido en un mundo que los acepta, que los asume como naturales. Pero puede que la actual agenda del feminismo te rechine, te produzca rechazo porque trata de mover estructuras todavía vigentes.