Y tras emerger de los oscuros abismos
sobreviviendo a todos los naufragios,
a veces dejando de nadar,
manteniéndome inmóvil entre las aguas,
otras veces braceando sin aliento;
alcanzar la playa una mañana de verano
y con la espalda sobre la arena,
extendidos los brazos,
recibir el calor del sol,
que secará mis huesos.
Bueno, muy bueno. Se siente, te traslada.
Gracias.
Gracias! Me encanta que te guste 😉